Si leer es una cosa tan simple, ¿por qué nos cuesta tanto trabajo?

Leer. Eso que se trata de sentarse y posar los ojos en letras es la cosa más difícil que puede haber.

Si ya empezaste el reto lector Andamos Leyendo 2021, te habrás dado cuenta de eso, pero ¿por qué leer es tan difícil?

Antes de que renuncies, una de las cosas que tienes que entender es que los esfuerzos intelectuales implican una mayor voluntad.

Estudiar, escribir la tesis, crear un producto, resolver un problema, son cosas en las que el cerebro requiere estar concentrado, enfocado, y echar mano de todas las herramientas mentales que tiene: la memoria, la comparación, el análisis, la asociación de ideas y muchas otras cosas.

A mí que me perdonen los entrenadores de ejercicio físico, (y sin quitarles mérito, claro está), pero para el cuerpo son más fáciles 500 abdominales, aunque no lo crean.

Por lo tanto, no es de extrañar que leer un texto se te haga más difícil que pararte a las 5 am a correr. Si es

tás adquiriendo esos dos nuevos hábitos, no te asombres, leer te costará más voluntad y esfuerzo que desmañanarte.

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Sin embargo, es un hábito que una vez que lo adquieres, no lo pierdes.

La voluntad para leer se encuentra en uno mismo, lo mismo que el ejercicio, pero el segundo implica mucho movimiento y sensación de éxito desde el primer día. Cuando lees, aunque sea con la conciencia de estar en un reto, la sensación satisfactoria no es la misma. Te lo diré: no sientes nada. Ni el día uno ni el dos ni el 147. Nada.

En primer lugar, porque tu cerebro tarda mucho más en interiorizar una actividad intelectual como hábito; en segundo, porque todo el proceso lector requiere a veces del diálogo, la charla, la conversación con otros.

¿A qué me refiero? Estoy segura que algún texto habrás leído en la vida que recuerdes bien. Y quizás lo recuerdas no sólo por lo que cuenta sino porque conversaste con alguien y eso llevó a tu cerebro a un nivel de comprensión lectora más profundo.

Aunque no lo creas, esa conversación o debate, te hizo reflexionar, analizar y comparar los hechos del texto con tu propia vida, con tu historia y tus creencias y eso sí es leer por completo. Si eso lo haces todos los días, pasado un tiempo, entonces sí que te sentirás diferente.

Debido a que tu lenguaje habrá adquirido nuevas palabras y formas, y tus conversaciones abordarán otros temas, podrás notar, ahora sí, una sensación de bienestar inexplicable.

Ahora ya lo sabes, y todo lo que tienes que hacer es poner empeño en las líneas, darle a tu día veinte o treinta minutos de lectura hasta que se haga un hábito. Esto de leer es a puro esfuerzo.

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