Lo que mal se aprende…
En estos días del Reto Lector Andamos Leyendo 2021, he recibido muchos comentarios sobre el por qué no logran formarse lectores y sienten que fracasan en su intento. Una de esas cosas que es constante es el error de leer en la noche.
Sí, así es. Leer en la noche es un error garrafal en nuestra época, pero analicemos por qué:
Desde que tenemos memoria, hemos alimentado con cientos de imágenes, esa romántica idea de ir a dormir y que mamá o papá nos leyera una historia. Hace muchos años, eso sucedía a las siete de la noche. La infancia era distinta, las familias también. A esa hora, todavía estábamos frescos y con pocas ganas de dormir, así que la lectura nos venía bien.
Sin embargo, conforme las generaciones pasaron y cambiaron los hábitos sociales, se sostuvo esa misma idea romántica del cuento antes de dormir, pero en los siguientes años, los niños iban a la escuela y después a una serie de actividades extra curriculares, también la hora de las tareas, la del baño y la del juego, sin contar comida y cena y claro que cuando ya estaban cansados, los llevaban a la cama (con los padres igualmente cansados). En ocasiones, con la luz muy baja, la cobija encima para que el niño estuviera acurrucado y remataban leyéndoles a un volumen muy bajo para que se durmieran. ¿Qué les enseñamos? Que leer era una actividad de arrullo, que no era importante, y que era lo último que tocaba hacer antes de todo lo demás.
Por supuesto, el hábito se aprendió mal y ahora como adultos queremos leer ¿a qué hora? En la noche, fue lo que aprendimos. Después de trabajar, cocinar, limpiar, ir al súper, llevar y recoger niños, conversar, chatear y entretenernos en las redes sociales. Aunque sabemos las mil razones por las que la lectura es importante, no terminamos de lograr el hábito porque seguimos haciendo lo mismo: leer para dormir. Hasta he escuchado cosas como: “ya para relajarme, trato de leer pero me quedo dormida”. ¡Claro! Porque cuando comenzamos la rutina para entrar en la cama, nuestro cerebro se prepara para dormir, no para leer. Comienza a desconectar muchas cosas, entre ellas, la concentración. Leer no es para relajarse, ya llegamos cansados y relajados a dormir. Si a esa hora queremos leer, nuestro cerebro dice: Cerrado hasta mañana a las 6am.
En estos días, después de todas esas actividades mencionadas, todavía agregamos un rato de diversión digital para los niños, es decir, que si ya la generación que ahora son padres, se dormía en la página uno del libro, la actual, que tiene un horario más extendido, más irregular, con más actividades y más recursos tecnológicos que nos distraen, en ocasiones ni al renglón uno llegan despiertos. Es decir, que si logran leer algo en la noche, estamos aprendiendo el hábito así:
- Lo último en importancia de cosas por hacer es la lectura.
- La lectura sirve para dormir.
- Puedo evitar leer si estoy muy cansado/a, total no pasa nada.
Esos son los mensajes que enviamos toda una vida a nuestro cerebro y que ahora reenviamos a las nuevas generaciones.
Bueno, me dirán, ¿y ahora qué? Bueno, pues ahora a cambiar el hábito. La lectura es una actividad de vigilia, no de arrullo. La mejor hora para leer es la mañana. Cuando abres el ojo. Sí, te puedes quedar en la cama, pero siéntate, eso te ayudará a despejar tus ideas.
Date 10 minutos
Lo ideal son 20, pero si empiezas con 10 está bien, puedes ir incrementando cada día:
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Quita tu celular del buró y llévalo lejos. en lugar de eso, usa un despertador normal (sí, todavía existen y son muy baratos).
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Pon en lugar del celular, el libro que quieres leer. (empieza con algo ligero si no eres lector, ya hablaremos de eso en otra entrada).
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Enciende la luz y ponte un límite en páginas. Por ejemplo, puedes leer un primer capítulo si no son muy largos, o 5 hojas completas.
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Si después de la lectura te bañas, verás que hasta resuelves problemas que tenías pendientes. Si entras en actividad física (no sólo me refiero a hacer ejercicio, cualquier cosa que implique moverte), verás que también te da por pensar en lo que leíste, en reflexionar sobre los personajes o la situación. Eso es profundizar la lectura y ayuda a la comprensión y a la formación de juicio crítico,
Ni creas, no me despertaré más temprano.
Ok, está bien. El sueño es importante y 1o minutos puede ser mucho para algunas personas. Así que elige 10 o 20 minutos en el día. En un receso del trabajo, a la hora de la comida o sí, en lugar de ver 40 minutos las redes, dale solo 20 y 20 a un libro. ¿Cómo lograrlo?
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Desconecta las notificaciones de todas las redes (eso deberías hacerlo por
salud mental, pero al menos a esa hora que escogiste).
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Siéntate en un lugar cómodo pero no tanto, no queremos que te duermas.
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Que sea un lugar iluminado y procura un ruido sordo. (Un ruido sordo puede ser por ejemplo, el agua de una fuente, el tránsito de autos a lo lejos, el run run de la lavadora, música a volumen bajo). Te ayudará a concentrarte.
Ya se fue el sol, y no lo logré.
Bueno, no pudiste, pero quieres hacer un esfuerzo y leer.
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No te vayas a la cama. No comiences la rutina de fin del día.
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Siéntate en una silla con mesa, puede ser el comedor. No queremos un lugar en el que sea fácil caer dormido/a.
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Enciende la luz y date los 20 minutos de lectura.
Si quieres ser un buen lector, cambia tus hábitos y dale a la lectura la importancia que sabes que tiene.
Claro que puedes, y aquí podemos ayudarte. Es una cuestión de esfuerzo cada día. Cambia tus hábitos y forjate lector.
Nota: Esto también aplica para los niños. Léeles cuando estén despiertos, alertas, fuera de la cama o sin meterse en las cobijas y con buena luz. La voz alta, sin susurrar el cuento. Haz onomatopeyas bien sonoras, cambia los tonos de voz. Luego se podrán dormir.